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Memes y democracia

Lautaro Peñaflor Zangara

¿La democracia está en peligro? Este interrogante le da nombre al más reciente libro de Juan Ruocco, escritor y periodista. La particularidad de su ensayo es que analiza un tema muy presente en la actualidad: los memes. Sí, a partir de los memes cuestiona cómo se produce y circula la información en el presente, así como también qué incidencia tienen esos mensajes en el discurso público y político.

Ruocco define a los memes como artefactos culturales, unidades mínimas de información, que circulan a través de Internet. Se crean unos en conciencia de otros y comparten contenido, forma y postura.

En un principio tanto su creación como su consumo eran marginales pero, indudablemente, se volvieron totalmente centrales, al punto que hoy hablamos de prácticas como el astroturfing, que consiste en orquestar la aparición de un meme simulando ser orgánico.

Bastante de los debates en torno a la comunicación digital fue asimilado en Argentina en los últimos años: Sergio Massa debió mejorar su rendimiento en la campaña digital luego de las PASO. De hecho, el candidato de UxP definió al digital como “el segundo espacio público”. ¿Es el segundo? ¿Es parte del mismo? ¿Pueden separarse?

Mucho tenemos para observar en la figura de Javier Milei quien fue, en principio, un meme, un chiste. A partir de allí construyó comunidad y hoy cuenta con una base más o menos orgánica de seguidores que, sin retribución alguna, hacen campaña.

Si nos retrotraemos a su inicio, era José Luis Espert el apuntado para representar al espectro libertario en la política formal: era más tolerable para el sistema, más parecido a lo que habitualmente vemos en política. El “fenómeno Milei” lo desplazó.

La forma en que el candidato presidencial de LLA se mueve en las redes sociales tiene antecedente en la campaña y la posterior presidencia de Donald Trump en Estados Unidos. Su carrera hacia la presidencia tuvo como aliada a la llamada cultura chanera, es decir, a foros virtuales como 4Chan o 8Chan.

Se trata de espacios marginales de Internet (más aún en aquel momento), pero completamente accesibles (no es que están en la Deep web). Se diferencian de otros medios sociales, como Instagram, porque cuentan con menos moderación, menos filtro, menos control. En estos foros se dicen cosas que en Instagram no pueden decirse, así como en Internet en general se dicen cosas que en televisión no podrían ser enunciadas.

La cultura chanera es una gran generadora de memes y además prueba el éxito de cada una de estas piezas, en una cultura digital que puede definirse como netamente participativa. Por el escaso filtro, los foros mencionados se transformaron en espacios donde circulan contenidos neofascistas, supremacistas y racistas.

Sus usuarios encontraron en Donald Trump a una figura políticamente incorrecta. Su primera propuesta fue construir un muro en la frontera con México… Con el republicano usufructuando esa popularidad, salieron del foro. Vivieron su triunfo como un logro de la comunidad. Todo lo demás, es historia conocida y termina con el desconocimiento del resultado de las elecciones en las que Biden le ganó a Trump y la toma del Capitolio. En la elección de Brasil en la que Lula se impone ante Bolsonaro, los hechos fueron asimilables.

Parte de esta construcción es comparable con la de Javier Milei en Argentina. Debemos sumar elementos de la coyuntura doméstica, como los fracasos gubernamentales previos, el contexto de indignación generalizado y el progresismo ocupando lugares en el establishment, desplazando cierta impronta rupturista a los discursos conservadores (aunque suene como un oxímoron).

El libro de Juan Ruocco funciona como un llamado de atención. Una advertencia de que la hibridación con la digitalidad está sucediendo y tiene impactos muy directos. Uno de ellos, es la utilización de la violencia política, aspecto que huelga explicar. La pregunta es cómo abordamos esta realidad, individual y colectivamente.

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