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La comunidad mapuche Kalfulafken de Carhué fue reconocida por el gobierno provincial, tras obtener la personería jurídica

El werkén Nelson Caipil, el lonko Rodrigo Casas y el kona Mauro Repiso hablaron al respecto con CAMBIO 2000 y reflexionaron sobre la importancia del reconocimiento para la comunidad. Asimismo, se refirieron a su reclamo territorial y al desconocimiento por parte de las autoridades distritales.

El Consejo Provincial de Asuntos Indígenas de la subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires reconoció el pasado 25 de septiembre a 18 comunidades indígenas que accedieron a su personería jurídica entre 2020 y 2023. Entre ellas está la comunidad Kalfulafken de Carhué, cuyo trámite finalizó el 19 de abril de este año.

En comunicación con CAMBIO 2000, el werkén territorial Nelson Caipil, el lonko Rodrigo Casas y el kona Mauro Repiso destacaron el logro y se refirieron al horizonte que traza para la comunidad contar con la certificación legal.

“Después de casi 22 años luchando por la comunidad, logramos este reconocimiento que tanto nos merecíamos. Con la historia de nuestro pueblo, de Carhué, y que no nos reconocen a nivel local, esto nos va a ayudar a tener ese reconocimiento que nos merecemos”, expresó Caipil. 

Asimismo, enfatizó que “nosotros no necesitamos un certificado para ser reconocidos como pueblo originario. Nuestra etnia viene de generación en generación y es ancestral” pero que “sirve mucho, porque no es lo mismo pedir algo formalmente sin tener personería que teniéndola, ya sea un reclamo o un proyecto”.

Acerca de la comunidad Kalfulafken, el werkén relató: “Esto surgió hace 22 años, que yo empecé a caminar el tema de formar la comunidad, buscar la gente, participar de distintas reuniones, distintos viajes, distintas charlas en los pueblos. Logramos hace cinco años conformar la comunidad, a través de un censo”.

En este sentido, puso de manifiesto que “casi el 80% del pueblo es originario”. A la comunidad, actualmente la conforman 50 familias. En cuanto a la realización del censo, el referente mapuche dijo que “fue promovida por el gobierno provincial, porque cuando uno gestiona la personería jurídica, lo primero que te piden es un censo para saber la gente que hay y la gente que integra la comunidad”.

“Es un papeleo de ir casa por casa, tomar los datos, los documentos, el grupo familiar, los orígenes, las historias de cada persona que censamos. La historia de los antepasados es muy importante en una comunidad”, agregó.

La comunidad Kalfulafken es la única en Carhué, algo que destacan sus integrantes. “Tenemos ese orgullo porque si vemos otros pueblos, todos tienen entre dos o seis comunidades. En Los Toldos hay seis, en Lincoln hay tres, en Bahía Blanca, seis. Carhué tiene una sola. Eso significa que estamos organizados y muy unidos para proyectar a un futuro mejor”, manifiesta Nelson Caipil.

Carhué y el lago son puntos importantes para la cosmovisión originaria. Por nuestra tierra ha pasado una parte significativa de la historia de los pueblos indígenas, pese a que actualmente no se la tenga presente. “Es muy importante la historia de este pueblo, donde fue la última masacre de los pueblos originarios y la batalla más grande. Carhué fue un lugar de encuentro muy grande y donde se reunían, porque está justo en el centro del país. Por eso se le llama ‘la llave del desierto’”, rememoró el werkén.

Y prosiguió: “La historia de la Laguna es muy importante, porque los guerreros se curaban en la laguna, los animales se curaban en la laguna. Eso es lo que defendió siempre Calfucurá, que cuando muere dice ‘no entreguen Carhué al huinca’. Yo creo que algo nos está queriendo decir. Él ya sabía lo que iba a pasar en este pueblo. La laguna es importante por lo curativa y por el lugar verde que hay. Si nosotros no lo cuidamos, quién lo va a cuidar”.

En cuanto a la relevancia del reconocimiento tanto para su comunidad como para la localidad en su conjunto, Caipil señaló que es importante “no sólo para la comunidad mapuche, sino también para el pueblo mismo. Nosotros tenemos proyectos ya diseñados para trabajar en el territorio, pero hasta que no nos cedan el territorio no podemos hacer nada. Pedimos poner la bandera Mapuche en el pueblo, como hay en muchos lados, y nos negaron ese derecho. Entonces, hasta qué punto llegamos”.

“Somos reconocidos a nivel mundial y no a nivel local”

En otro tramo de la conversación con CAMBIO 2000, los referentes de Kalfulafken fueron consultados acerca de si existe acompañamiento de las autoridades en sus procesos y frente a sus reclamos. 

“No nos reconocen como comunidad y eso es lo que más nos duele”, dijo Nelson Caipil, y ejemplificó: “somos reconocidos a nivel mundial y no a nivel local. Antes de la pandemia estuve en la Universidad de Buenos Aires en un seminario de Pueblos Originarios, con unos arqueólogos de Francia, México y España y cuando me nombraban a mí y decían de Carhué, consideraban que Carhué es un lugar emblemático para los pueblos. Si a nivel mundial nos reconocen, por qué a nivel no. Hay algo que está fallando”.

Dentro de sus pedidos, enumeran que cuentan con proyectos, que han solicitado el izamiento de la bandera mapuche en la plaza y que demandan el reconocimiento de la preexistencia territorial en algunos lugares de Carhué. 

“Para nosotros la palabra es lo que más vale, no tanto un papel. Antiguamente también fue así. Por eso se nos han sacado tantos territorios, territorios que no nos quieren devolver. Ahora con la personería jurídica, por vía legal, se va a mover muy diferente el tema”, dijo Caipil

“Nosotros hemos hablado en La Plata por el tema de los territorios. Vinieron antropólogos a constatar los lugares, hicieron un mapeo del lugar, reconstruyeron la historia del lugar y son territorios que pertenecen a la comunidad Kalfulafken. Hay una ley a nivel nacional que tampoco se respeta, la Ley de Tierras 26.160”, agregó. 

Acerca de cuáles son esas tierras que la comunidad reclama, el referente mencionó: “Uno de los territorios que para nosotros es muy importante, incluso en lo espiritual, es la Isla de Hirsch. Antiguamente era el lugar de ceremonias. El otro lugar es más o menos a una cuadra del boulevard Avellaneda, donde estuvo la primera toldería que hubo en Carhué, que era de los Pita”.

Y continuó: “Digo más, nos metieron por ordenanza municipal que es reserva natural, cuando tendrían que haber incluido el territorio de Pita, porque es ancestral. Hemos mandado notas al Concejo Deliberante y está todo archivado. No hay ni una respuesta. Hace más de diez años que venimos luchando, al igual que el izamiento de la bandera en reconocimiento de los pueblos originarios”.

Acerca de si, aparte del Ejecutivo, han sido recibidos por otras fuerzas que integran el Legislativo, Rodrigo Casas apuntó: “Nos han escuchado, han estado en el territorio, viendo los planos. Pero siempre ha sido una negativa. Como decía Nelson, ahora con la personería jurídica vamos a hablar en términos legales”.

“Hablamos de reserva natural y ahí hicieron una pista de motos. Nosotros no queremos tener conflicto. Queremos una historia diferente a partir de ahora y convivir, como lo hacen todas las culturas, ya sea alemana, italiana, rusa…Ojalá se llegue en otras instancias, pero sino tendremos que actuar en términos legales. A mí no me gusta la palabra lucha, pero la verdad es que es una lucha constante”, agregó.

Y continuó: “Queremos decirle a la comunidad que nuestra intención es convivir como estamos conviviendo hasta ahora, en paz, sin conflictos, sin perjudicar a nadie. Nombramos antropólogos, científicos, que si tuvieran que actuar se podrían generar conflictos. Y uno no tiene esa intención, queremos convivir. El pueblo originario siempre quiso estar en paz y siempre fue engañado”.

“La historia local es muy fuerte”

La entrevista con el werkén, el lonko y el kona de la comunidad Kalfulafken tiene lugar en vísperas a un nuevo 12 de octubre, Día del Respeto a la Diversidad Cultural, fecha tan discutida como resignificada. Generalmente, para la efeméride suelen generarse instancias de diálogo y reflexión, que el resto del año no se repiten.

“El resto del año no pasa nada. Tenemos muchas actividades, como el Solsticio de Antú, Wiñol Tripantu, Ñuque Mapu, tenemos muchas actividades. Pero para nosotros el 12 de octubre no es un día festivo, es el día en el que se nos termina la libertad, se nos terminan los derechos, fuimos despojados de nuestros territorios. Hemos sido ultrajados, nuestros ancestros han sido aniquilados uno a uno. Para nosotros es cuando se terminó nuestra libertad. Para nosotros la colonización es algo terrorífico”, contó al respecto el werkén Caipil.

“Para todo el mundo don Levalle es un prócer y para nosotros es un genocida. Inclusive, si miramos el monumento en la plaza, tenemos al soldado abajo, del otro lado un originario, del otro lado una maestra y del otro lado un herrero. Arriba de la cabeza de esas personas, está el caballo de Lavalle con él arriba, como pisándolo. Eso es algo que habría que revertirlo. La historia es muy fuerte”, señaló respecto al plano local.

Y añadió: “Yo vengo descendiente de los Calfucurá y los Namuncurá. Yo creo que es algo que tenemos que hacer nosotros como pueblo originario, lograr que se nos reconozca localmente, porque sí se reconoce a los genocidas”.

La historia se repite a lo largo y a lo ancho del país. A partir del reconocimiento legal, la comunidad Kalfulafken figura en un mapa en el que confluyen todos los pueblos originarios de la provincia. “Muchas veces me decían para qué queríamos la personería jurídica. Y es que así podemos reclamar de igual a igual, con el mismo derecho que tiene el blanco. Entonces es una herramienta muy importante, inclusive tenemos abogados a nivel nacional”, destaca Caipil.

Asimismo, cuenta que en el último encuentro al que asistió, en Punta del Indio, estuvieron presentes 30 comunidades y que es posible que una de las próximas ceremonias, tenga lugar en Carhué: “El encuentro se viene haciendo en distintos lugares. Primero en Los Toldos, después en Punta del Indio, en noviembre en Ensenada, y posiblemente el cuarto Txawün, que es la cuarta ceremonia, se haga en Carhué y es un movimiento muy grande. No sólo es un beneficio para la comunidad mapuche, sino para todo el pueblo, porque quienes vienen quieren llevar un recuerdo, salir a comer, comprar algo…”

Finalmente, Mauro Repiso contó su vivencia, que es la primera en el marco de una comunidad: “estoy contento por la experiencia en lo ceremonial y en lo legal. Se pudieron lograr un montón de cosas. Esa felicidad es impagable. Más que nada, el sentir no es lo mismo que lo que es racional. En lo racional uno dice, piensa, calcula, pero cuando uno empieza a sentir la mapu, los newenes, uno cambia”.

“El poder ayudar a que se logren cosas que siempre se olvidaron o se escondían, es un orgullo muy grande. Esto está hecho para ayudar al pueblo, a la comunidad. No es solamente uno y listo. Somos todos. Carhué tiene una historia grandísima y que siempre sea escondida es una lástima”, concluyó.

(Cambio 2000)

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