CARHUÉ (Cambio 2000).- Andrés Kriger es un joven ingeniero agrónomo carhuense, que tras culminar su carrera en la Universidad Nacional del Sur, retornó a su origen para desarrollarse profesionalmente en su lugar.
Inició su carrera laboral en una firma agropecuaria local abocada a la producción, donde desarrollaba una tarea netamente técnica, y si bien se encontraba conforme con su rol, en busca de un nuevo desafío laboral y una experiencia diferente, resolvió un cambio.
“Cuando me enteré que Agrupación Camponuevo estaba en la búsqueda de un ingeniero agrónomo, me acerqué a un colega que conocía y trabaja en la empresa, Darío Fracasso, para conocer algún detalle de lo que estaban necesitando; me interesó, y por eso decidí enviar mi CV”, contó.
“De ese modo -prosiguió-, fui seleccionado, y actualmente estoy trabajando en Agrupación Camponuevo, donde me encuentro desarrollando un perfil técnico comercial, conformando un equipo junto a otros ingenieros, con quienes estamos para asesorar a los clientes y orientarlos en la compra de insumos”.
“En Agrupación, cada uno de los profesionales tenemos asignado un determinado núcleo de clientes, para un desempeño más organizado, y generamos con ellos cierta afinidad, pero independientemente de ello, todos trabajamos con todos; y cada productor que llega a la oficina recibe la atención que ha llegado a buscar”, contó Andrés Kriger a Cambio 2000.
Añadió que “asimismo acompañamos al productor, fundamentalmente cuando está buscado una nueva variedad de algún híbrido o semillas, pero también cuando llega por algún insumo que ya tiene su trayectoria en el mercado y los resultados son probados. Y a esta tarea la llevamos adelante en las áreas de influencia de Camponuevo, que tiene oficinas en Carhué, Pigüé, Villa Maza y Rivera”.
El ingeniero Kriger, desde niño supo que su vida estaría vinculada al campo, y en función de ello eligió su profesión. “Vengo de una familia que va por la tercera generación de productores, y eso me vinculó al campo; por lo tanto, ser agrónomo era reafirmar y acrecentar profesionalmente esa actividad de la que siempre disfruté”.
“Me gusta estar al aire libre, y si bien actualmente estoy bastante tiempo en una oficina, siempre supe que iba a atravesar una carrera que me iba implicar mucha actividad, estar en contacto con la tierra y con el productor. No obstante, hay quienes también la eligen para estar en un laboratorio dedicándose a la investigación, o para evaluar la calidad de un producto cuya materia prima nace en el campo; o sea, que las áreas de desarrollo son múltiples, pero en lo personal me siento más cómodo con lo técnico y comercial”, puntualizó.
Remarcó enseguida que “hoy, los agrónomos tenemos puesta muy encima la mirada de la sociedad, por la manera en la que se produce. Lo que se pretende es que la producción sea cada vez más sustentable y más limpia; pero las generaciones de profesionales más nuevas, ya venimos con esa mirada orientada a la sustentabilidad”.
“Recuerdo que el segundo día de clases en la Universidad, uno de los profesores nos dijo que el campo que vamos a usar, no es nuestro, nos lo prestaron nuestros nietos; y por eso debíamos cuidarlo como si ya fuera propiedad de las generaciones futuras. Y eso marca la pauta de cómo debíamos llevar adelante nuestra carrera”, apuntó.
“En lo personal, creo que hay que producir dentro de lo que no sea perjudicial para la naturaleza; y no podemos volver a las formas de producción que se adoptaban hace 100 años, porque el mundo demanda una cantidad de alimentos sin límites; pero sí tenemos que ser consecuentes con la idea de ser lo más amigables posible con la tierra, y producir dentro de los límites y capacidades de las zonas y áreas, porque no es lo mismo producir en el Centro-Norte de la Provincia de Buenos Aires que en nuestro Sudoeste bonaerense o La Pampa. La naturaleza misma te pone los límites, como diciendo hasta acá llego”.
“La misión es siempre producir, pero respetando el compromiso con el planeta y con la sociedad”, aseguró, aunque admitió que “a veces cuesta hacer las cosas bien porque a menudo suele suceder que a mitad de camino cambian las reglas de juego, y por ahí no se adoptan las buenas prácticas, independientemente de los ciclos del clima, porque no siempre es posible el ideal de respetar los planes de trabajo que creemos más adecuados”.
“A veces sucede que no es posible llevarlos a cabo hasta el final, ya que puede pasar que el productor arranca la siembra, y repentinamente cambia el precio de los fertilizantes o no se consiguen, y eso hace imposible que se reponga en el suelo lo que ha tomado ese cultivo. Y ahí se está provocando un daño; y lo ideal sería fertilizar con los requerimientos de ese cultivo para que una vez que se coseche, el suelo siga estando en condiciones”, apuntó.
“En los últimos 40 años, se han hecho grandes avances en lo que es genética, y los rindes se han acrecentado notoriamente desde la Revolución Verde en adelante, y si bien se produce mucho, los cultivos demandan nutrientes que hay que dárselos; por eso resulta imposible producir como antaño, porque hoy hay cultivares que nada tiene que ver con los que había años atrás”, dijo.
Para terminar, y sobre el espectro laboral que se abre para un agrónomo, Andrés Kriger mencionó que “es amplio y el sector agropecuario siempre genera fuentes laborales; las posibilidades son múltiples, tanto en nuestro medio, Carhué y el Distrito, como en otros lugares. Y eso es fácilmente comprobable por las búsquedas que permanentemente aparecen no sólo en sitios especializados, sino en redes y otros medios, donde siempre se buscan ingenieros”.
“Sigo las redes del Centro de Estudiantes de Agronomía de la UNS, donde estudié, y siempre aparecen convocatorias para profesionales de diferentes perfiles en la zona de influencia de la Universidad”, concluyó. (Cambio 2000).-