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El Estado no está ausente

Por Lautaro Peñaflor Zangara

Sólo hasta mediados de marzo, en Argentina se registraban más de 180 mil casos de dengue y más de 130 fallecimientos a raíz de la enfermedad. Cuando la enfermedad trascendió sus lugares habituales de circulación para llegar al AMBA, el problema se visibilizó. Para ese entonces, la magnitud de la epidemia no tenía precedentes.

El gobierno nacional, sin embargo, no acusó recibo. Sus comunicados han sido imprecisos, las decisiones resultaron atrasadas y la voz de los funcionarios, tardía y poco convincente: recién días atrás habló el ministro de Salud. En ese momento, muchos argentinos supieron que existía un ministerio. El ministro Russo dijo que debíamos vestir pantalones largos, ropa holgada y ropa clara.

Mucho se criticó, con un pico en esa aparición del funcionario, acerca de la aparente ausencia del Estado. Sin embargo, el accionar del gobierno no es de omisión, sino que sigue una linealidad muy clara: la retirada, la desidia, el abandono, salvo para las áreas que le interesan, puntualmente las relacionadas con el aparato represivo del Estado. Sería concesivo hablar de ausencia, cuando en realidad avanzan en una clara dirección.

Esa intervención queda en evidencia en varias decisiones. El gobierno decidió no actuar rápidamente ante la producción casi monopólica de repelentes por parte de la firma Johnson. La empresa, que concentra el 90% del mercado, toma decisiones basadas en números: no produce demás, pues su ganancia no depende únicamente de los repelentes y sus cálculos le dicen que, con la llegada del frío, tendrían exceso de stock. El otro lado de la ecuación debe verlo el Estado y no omite hacerlo: elige actuar en oposición. Recién ante la crítica generalizada Milei autorizó la importación de repelentes.

Por otro lado, ante la consigna falaz de “quitar toda la pauta del Estado”, el gobierno no hace campañas públicas de concientización. Sí critica que la prevención debería haberse realizado el año pasado, pero parece no importarle que este año las ciudadanas y los ciudadanos sean conscientes de la importancia del descacharreo, por ejemplo. Si este año hubo muchos más mosquitos, imaginemos cuántos huevos que nacerán el año que viene hay…

La vacuna contra el dengue parece no ser un universo a explorar por parte de las autoridades nacionales. Estados vecinos, como Brasil, vacunan gratuitamente. Algunas provincias argentinas también lo hacen a las poblaciones consideradas de riesgo. Desde el ámbito nacional, se descarta la posibilidad de aplicar la vacuna Qdenga pero, además, no se intenta producir una vacuna propia. El ámbito científico también es activamente denostado por Milei y La Libertad Avanza.

La gestión de la epidemia de dengue, mucho menos grave en magnitud a la pandemia de coronavirus, está siendo muy criticada (justamente). Es escalofriante pensar qué hubiese pasado en 2020 con un gobierno de estas características. Justamente, el silencio de Milei al respecto nos habla de un punto débil, al que sus asesores le deben recomendar no referirse.

Tampoco habla el ejército de trolls: el sinfín de cuentas, orgánicas y apócrifas, que han criticado de igual manera a actores tan disímiles como Lali Espósito y el Congreso de la Nación, se mantiene en silencio respecto a este tema. La vez anterior que no se expidieron sobre un tema excesivamente público fue la única entrevista periodística que concedió la vicepresidenta, Victoria Villarruel. ¿Qué unirá, para el troll center, a Villarruel con el dengue?

La crisis por el dengue, que incluso puso algunos hospitales en situación de tensión, pone en evidencia las falacias y las inconsistencias del gobierno de Javier Milei. Es importante, en este sentido, enfatizar que el Estado no está ausente. Está bien presente, en la primera línea de batalla de una idea de sociedad y de poder que implica accionar con desidia, en desmedro de las mayorías, sea cual sea el resultado.

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