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¿De qué hablamos cuando hablamos de inclusión?

Al decir inclusión se nos refleja una persona con discapacidad estudiando en una escuela, universidad o trabajando en una empresa. Hasta aquí está perfecto, es más, tendríamos mucho para analizar sobre esta faceta de la inclusión.

Hoy, nos tomamos la licencia de evaluar con más amplitud este concepto. Como no es tarea fácil y para ser claro en nuestras apreciaciones es que decidimos desarrollar el tema a partir de ejemplos concretos. Así es que, en esta ocasión, invitamos a Compartiendo Valores a Daniela Corbalán y Liliana Paladino, Directora y Secretaria del Centro de Formación Laboral 401 de Adolfo Alsina. Son ellas dos personas que aplican los conocimientos que incorporan a través del tiempo. No solo trabajan a partir de la teoría, también lo hacen a través de la práctica enfrentando nuevos desafíos ante las distintas situaciones, edades y realidades que hay en la matrícula. Lo bueno que tanto Daniela como Liliana cuentan con un requisito que, podríamos decir imprescindible, como es la vocación y ¡vaya que lo cumplen!!”

Por supuesto que aclaran que nada sería posible si no contaran con el apoyo de 14 instructores y dos porteras. “Nos sentimos orgullosas del personal”, nos dicen nuestras entrevistadas, luego agregan: “Es admirable la preparación y compromiso que demuestran para cumplir con los objetivos del centro”.

En la actualidad se están dictando 35 cursos, de los cuales egresan entre 300 y 400 alumnos al año. Lo interesante es que se les ofrecen cursos complementarios para darles herramientas para ingresar al mundo del trabajo, por ejemplo, cómo armar un currículum y presentarse a una entrevista laboral, ofrecer sus servicios, orientarlos para la venta online.

Liliana y Daniela nos dan un panorama de cuestiones que tiene que ver con lo que se vive cada día. Se torna un relato ameno, contagian la emoción y la satisfacción que irradia cada palabra. Le pedimos que nos contaran casos puntuales que sirva de ejemplo más allá del aprendizaje que imparten, así es como nos comparten varias historias donde nos demuestran que, además de enseñar un oficio, el Centro de Formación Laboral cumplen una función social que se refleja en sus palabras cuando nos dicen: “Nos llegan alumnos desde los 16 años en adelante sin límite de edad. Abuelas o mamás que vienen porque quieren coserle la ropa a sus hijos o nietos o pretenden cocinarles platos más saludables; Personas que quieren vencer alguna fobia, timidez o adicción; Personas que se identifican con un género diferente al que figura en su documento; personas que cumplen con arresto domiciliario y llegan con un móvil policial y así otras tantas situaciones”. 

APRENDIENDO OFICIOS. Son Muchas personas las que asisten al centro de Formación Laboral.

Lo conmovedor es cuando nos dicen que hay alumnos que egresan sabiendo un oficio pero que llegaron por una necesidad de que alguien les ponga el oído o que les den un abrazo y resulta que se van con un certificado que acredita los estudios realizados y sabiendo que no están solos. Cuánto de cierto hay en esa frase que dijeron dos hermanas, ya abuelas, cuando llegaron al Centro con el fin de aprender costura para coser la ropa de sus hijos y nietos: “Vinimos porque nos dijeron que acá LE CAMBIAN LA VIDA A LA GENTE”. Estas dos hermanas no solo lo dijeron, sino que lo comprobaron.

Nos cuentan historias de las más variadas. Por ejemplo, esa mujer que quiso aprender a soldar y hoy cuenta con una herrería muy reconocida en Carhué.

Esa joven mamá que había recibido heridas muy graves al explotarle una garrafa, dañándole las vías respiratorias inclusive. A raíz de este accidente quedó con fobia al fuego. Con el afán de superar estos temores es que se inscribió en un curso de cocina. Si bien el comienzo fue difícil, con la contención de la profesora y compañeros de curso fue tomando confianza y hoy no solo prende el fuego, sino que es una excelente cocinera.

Otro alumno, muy joven y con varios hijos, hizo el curso de soldador. Cuando estaba terminando se entera que hay un concurso para la compra de herramientas para desempeñar el oficio que allí aprendió. Esto lo entusiasmó por lo que armó un proyecto y lo llevó al Centro, lo notable es que no tenía recursos para presentarlo entonces lo escribió en una hoja de cuaderno manuscrita con lápiz. Todo esto se convirtió en un detalle. Una compañera se lo escribió en computadora, el concurso lo ganó, con ese dinero se compró una soldadora, asoció a su hijo mayor e inició un emprendimiento laboral.

 INSTRUCTOR Y ALUMNOS. Variados cursos se dictan en el Centro de Formación Laboral.  

¡Cuántas historias!!! Solo quisimos dar algunos ejemplos. Entendemos que son suficientes para sostener que la palabra “inclusión” es muy abarcativa y el Centro de Formación Laboral 401 de Adolfo Alsina lo demuestra. 

Para reafirmar lo expuesto les contamos que dictan cursos que lo denominan “Cursos sin prejuicios”. ¿De qué se trata?, de cursos donde se aprenden oficios que está tradicionalmente destinados para varones o para mujeres. Promocionaron la iniciativa y con satisfacción lograron que en esos cursos se encontrara una diversidad de género.

En esta charla distendida con Daniela y Liliana aprendimos mucho, por ejemplo, el trabajo silencioso del Centro de Formación Laboral 401 de Adolfo Alsina. 

Lo interesante es que si alguien quiere aprender un oficio y recibir contención llega a Avda. Colon 664 de Carhué y allí comprobarán que es un lugar que le CAMBIA LA VIDA A LA GENTE.

(Alberto Rantucho / Cambio 2000)

(Foto de portada: REUNIÓN DE TRABAJO. Profesores, portera, directora y secretaria del Centro de Formación Laboral 401 de Adolfo Alsina). 

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