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Un riñón, una vida: la historia de una amistad que lo cambió todo

Hace 6 años, el 22 de marzo de 2018, el suarense Jonatan Maier donó un riñón a su amigo Nicolás Waispek y le salvó la vida. Se conocen desde los 3 años y son inseparables.

“Siempre le dije: ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? Mirá que esto no tiene vuelta atrás”.

Así le habló el suarense Nicolás Waispek a su mejor amigo, Jonatan Maier, cuando este le dijo, hace seis años, que quería donarle un riñón.

Parecía una locura porque en nuestro país ni siquiera está permitido legalmente recibir un órgano que no sea de un familiar directo. Hay que hacer una presentación ante la justicia para que esta corrobore que es donante de buena fe y lo habilite.

Inmediatamente del trasplante Nico fue a ver a Joni a la habitación.

Con trámites judiciales de por medio, muchos estudios, nueve viajes a Buenos Aires, y un gran entusiasmo por parte de los dos la operación se concretó el 22 de marzo de 2018 y fue un éxito.

Seis años después, Nicolás, gracias a este «hermano», hoy tiene la vida que siempre anheló: consiguió trabajo, se casó y fue papá de Clara, quien hoy tiene 4 años.

“Nació de Joni decir: ‘Yo voy a ser el donante, quiero ser, y voy a ser’. Y lo fue. Un amigazo que no se encuentra en cualquier lado. La amistad está intacta”, mencionó.

“Es algo que no se da siempre. Soy un bendecido de tener un amigo así”, dijo.

Y Joni también fue a visitar a su amigo post trasplante.

Hoy, la salud de ambos es estable y Joni también fue papá.

El riñón de ambos funciona bien y Nicolás hace controles médicos en La Plata cada tres o cuatro meses. Nunca más volvió a tener alguna complicación ni a estar internado.

“Después del trasplante se dio todo soñado. Mi vida cambió mucho. Antes dependía mucho de mis papás, hice un clic y tuve que soltarme un poco de mis padres”, contó.

Nico, quien fue diagnosticado con Síndrome Urémico Hemolítico a los 7 años, estuvo en coma 20 días en esa oportunidad. Luego, pasó por dos trasplantes, uno cadavérico, a los 10, que rechazó y otro de un tío, que funcionó hasta sus 18 años.

Nicolás Waispek en su recibida, en la UNS

Estuvo en diálisis y en lista de espera varias veces. Hasta que Joni se ofreció y todo dio un vuelco.

Ya trasplantado conseguir trabajo fue el mayor de sus desafíos. No le resultó fácil a pesar de tener un título como Técnico Superior Agrario en Suelos y Aguas de la Universidad del Sur, pero finalmente lo logró y desde hace años trabaja en el puesto sanitario, en el área de Bromatología de la Municipalidad.

Ni bien regresó a Suárez comenzó una relación con la también suarense Candela Martínez Otamendi, con quien finalmente se casó.

“Todo fue marchando muy bien, mi novia quedó embarazada y decidimos casarnos. Con trabajo pudimos alquilar y vivir juntos, nos anotamos en un Procrear y salimos sorteados y a los dos años empezamos a construir”, comentó.

“Estamos viviendo en la casa propia. Era el sueño de todos llegar a esto”, dijo.

Su hija Clara llegó al mundo el 28 de enero de 2020 y lo tiene “totalmente enamorado”.

La familia que Nico sempre anheló y hoy es parte de su vida.

-¿Qué sentís cuando ves a tu hija después de todo lo que pasaste? ¿Soñabas con ser papá?

-Siento mucho amor, siento que es lo que soñé, nunca me di por vencido. Siempre soñé con tener un hijo y sabía que lo podía lograr más allá de todos los problemas de salud que tenía. Siempre decía voy a poder y se pudo. Estoy enamoradísimo de mi nena, verla contenta y feliz me llena.

Clarita, la hija de Nico y Candela.

En cuanto a su vida de casado, aseguró que el suyo es un matrimonio como cualquier otro, con defectos y virtudes.

“Hemos tenido nuestros bajones y desencuentros, pero hasta el día de hoy estamos juntos y muy contentos con lo que hemos logrado. Seguimos adelante juntos y peleando por lo que tenemos”, expresó.

-¿Cómo siguió el vínculo con Joni después del trasplante?

-De los tres años que nos conocemos y nunca dejamos de tratarnos. Somos grandes, ya no podemos vernos tan seguido porque tenemos otros compromisos, pero estamos siempre en contacto y nos juntamos cada tanto. No nos vemos todas las semanas, pero estamos uno para el otro siempre.

-¿Te considerás una persona agradecida?

-Soy una persona súper agradecida con todo. Con un gracias no alcanza para Joni, esa es la realidad. Se lo digo siempre. Doy gracias a Dios por darme la oportunidad de dejarme seguir acá y de la forma en que estoy siguiendo. Estoy muy contento, le debo la vida y más. Joni es un amigo de oro, más que amigo, un hermano.

-¿Qué es el éxito para vos?

-Uno podría decir que el éxito es ganarse la quiniela o tener dinero, pero yo creo que tener salud es lo más importante, y tener una familia con salud. Sin salud no se puede hacer nada.

-¿Qué consejo le darías a una persona que está en diálisis o lista de espera?

-Que no baje los brazos. Y que se prepare. Cuando la oportunidad llega hay que estar muy preparado para ese momento, para recibirlo de forma positiva. Estar físicamente bien y tener la cabeza bien, pensar en positivo para que todo salga como uno lo desea. Es lo más importante. Yo estaba dispuesto a trasplantarme y salir adelante lo más rápido posible.

-¿Tenés alguna meta o proyecto por cumplir?

-No tengo una meta puntual, pero como proyecto quisiera terminar bien con mi casa, aunque ya estamos viviendo en ella y lo más importante es tener un techo. El tiempo dirá. Solo quiero seguir bien de salud, con la familia unida y viendo crecer a mi hija sana y feliz.

Jonatan Maier, es el otro superhéroe de esta historia.

«Cuando Nico empezó con todo este proceso, que le diagnostican el Síndrome Urémico Hemolítico, éramos muy chiquitos, y sin saberlo siempre le dije que el día de mañana yo le iba a donar el riñón. A esa edad uno no sabe nada y en esa época no era algo muy conocido, no es como ahora que se explica antes en las escuelas», contó.

En las buenas y en las malas.

«Toda la vida se lo dije, sin saber si éramos compatibles, nada. Era un sueño mío dárselo», reafirmó.

Por el SUH Nico estuvo en coma, muy grave y le quedó una secuela en los riñones. Entró a diálisis y quedó en una lista de espera para trasplante.

Después de recibir el primer trasplante de donante cadavérico casi muere. Lo rechazó. Pero salió adelante y recibió el riñón de un tío que funcionó bien hasta sus 18 años.

Entonces, una tía materna hizo los estudios de compatibilidad, pero al final del proceso finalmente no pudo ser la donante por un quiste en el páncreas.

Joni los había acompañado a Buenos Aires para ser donante de sangre y también donó plaquetas.

Joni (izq.) de blanco y Nico en el centro, soplando las velitas.

«Cuando reciben la noticia de que la tía no iba a poder donar, ahí le digo: ‘Nico, bueno, ya está, voy a ser yo’. Pero él me decía que no era tan fácil porque había que hacer un proceso legal. Y le dije: `Bueno, hagamos lo que tengamos que hacer. Buscamos una abogada y empezó todo el proceso», explicó.

«Ni lo dudé. Es algo que tuve presente toda la vida. Se dio todo increíble. Incluso el postoperatorio», dijo.

Joni dedicó unas palabras al papá de Nico, quien falleció el 23 de mayo, a los 57 años, producto de cáncer: «Era mi segundo padre», mencionó.

Nico y su papá Julio, quien lo acompañó en todo.

Cuando donó su riñón, en Pilar, Joni estaba en pareja.

«El trasplante fue el 22 de marzo y mi hija Pili, le puse Pilar justamente por el lugar en donde hicimos el trasplante, nació el 20 de diciembre, exactamente 9 meses después. Y me cambió la vida», narró.

Joni con sus hijos Lorenzo y Pilar.

Luego, llegó su hijo Lorenzo para hacer más felices sus días y empezó apracticar yoga, una práctica que hoy es esencial para su bienestar.

El reconocimiento a su amigo, siempre

Al cumplirse un año de la operación, Nicolás escribió algo muy emotivo para su amigo.

“Vuelvo a repetirte que decirte gracias me queda muy pequeño, que sos una gran persona, con un gran corazón y que aunque vos digas lo contrario, no cualquiera es capaz de hacer lo que hiciste vos por mí», le dijo.

«No me quiero olvidar de agradecer a quienes nos acompañaron ese día y los días siguientes, a todas las personas que nos tuvieron en sus oraciones y nos escribían todo el tiempo para ver cómo estábamos, mil gracias a todos, es lindo saber que tanta gente quiere verte bien», señaló Nicolás, a quien el gesto de su amigo le dio otra oportunidad.

(La Nueva.)

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