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Pedro Saborido: «Los de la marcha se parecen a algunos de nuestros personajes»

El guionista se refirió al regreso de «Peter Capusotto y sus videos». Dijo que «se parecen porque ya existían». Y que «a algunos los junta tomar kerosene y a nosotros nos juntó el rock». El ciclo retornó a la pantalla de la TV Pública después de su salida en 2015.

«A MILES DE ESTOS PERSONAJES LOS ESCUCHÁS EN UN KIOSCO», refirió Saborido.

Peter Capusotto y sus videos es un programa de época”, dice el productor, guionista y director Pedro Saborido cuando se le pregunta sobre la vigencia del ciclo que ya se convirtió en un clásico de la televisión argentina. Y de Internet: porque los sketches de Micky Vainilla, Violencia Rivas, Bombita Rodríguez, Pomelo o el personaje del mochilero que acampa frente a una panadería se replican una y otra vez en las redes sociales cuando algún tema de actualidad se parece demasiado a la ficción.

De alguna manera, para Saborido es un “programa de época” porque sirve para “distinguir algo que se fue”, el humor o el sentir colectivo de un momento. “Pero no vamos corriendo atrás de lo que va sucediendo, no tiene la agenda de actualidad política”, aclara. La novedad es que el ciclo retornó a la pantalla de la TV Pública –lunes a viernes a las 23.30-, después de su salida en 2015.

Sin embargo, por lo pronto no cuenta con material nuevo, sino que se trata de una recopilación de “lo mejor” del ciclo televisivo protagonizado por Diego Capusotto. “Cuando pase esto veremos qué hacemos. Por ahora no (hay material inédito), pero ganas siempre hay. Vamos a volver a hacer algo cuando esto se normalice”, dice Saborido. “Es un lugar de pertenencia la TV Pública para el programa. Fue nuestro lugar durante muchos años. Después de diez temporadas y 300 personajes, me parece hasta natural poder hacer un repaso diario con la cantidad de material que hay”, celebra el guionista, “Ando con ganas de hacer un documental sobre el programa, porque atravesamos muchos momentos distintos. Ya van catorce años desde que empezamos, no es poco. Siempre va a haber algo que la gente no vio, porque hay mucho material”.

-El lunes aconteció una nueva «marcha anticuarentena», ¿Los discursos que se manifiestan ahí te sirven como material para componer tus personajes? Aunque, en términos históricos, no había mucha novedad ahí…

-Los personajes de la marcha existieron siempre, nada más que ahora aparecen. ¿Qué le puedo decir a un tipo que está a favor de tomar kerosene como método terapéutico? No sé si ése es de derecha o de izquierda. Pero ahí se cuela también la derecha y el gorilismo más recalcitrante de siempre. Es frentista lo que ocurrió el otro día: son muchísimos que coinciden en estar en contra de la cuarentena y muchos otros en contra del gobierno y del peronismo. Entonces, ahí se arma como un frente en donde aparecen personajes ligados a la política, de Juntos por el Cambio, y también cualquier tipo que se siente convocado. Fue una marcha chica, no había mucha gente, pero con un potencial para ser reproducida como si fuera algo masivo. Más allá de eso, todos esos personajes que estaban ahí son obvios, siempre existieron. Siempre hubo barderos, pero el tema es que ahora te enterás en seguida cómo piensa cada uno, los ves a todos, los escuchás, tenés un panorama con un detalle tremendo, en cada foto, meme o videíto. Nosotros (con Diego Capusotto) hacemos personajes así, pero no necesitamos que esté la marcha. Ya sabíamos que estaban. Se parecen a algunos de nuestros personajes, pero porque ya existían.

-Claro, los personajes de Peter Capusotto ridiculizan una situación de la realidad.

-Todo personaje que hagas es muy probable que algo parecido ya exista, porque es una combinación de lo posible. Obviamente no el Hombre Invisible, pero sí otros personajes con esas características psicológicas. La pandemia puso una especie de color fuerte en la realidad. Se notan más los hijos de puta que hay; lo irresponsable que puede ser la derecha. Porque más allá de pensar distinto estás jugando con la salud pública si mandás a la gente a juntarse. Y también el problema es cuando de la metáfora pasás a la literalidad. Cuando de todos estos uno haga algo más violento: prenda fuego a un tipo que duerme en la calle o trate de entrar a la Quinta de Olivos. Hay una pasión y un odio que en un momento van encontrando una senda racional para manifestarse y se me empieza a literalizar, empieza a tomar forma; ya no es lo que piensa el tipo en la casa, sino que ya lo piensa con otros, hace un cartel, ya pasó a la expresión. Hay que estar atento de que ese odio no pase a los hechos, a la acción de las animaladas que dicen. Un cartel que dice «fusilar» a tal, por ejemplo. Quizás alguno incluso de los que fueron a la marcha se asustó de ver a los que iban.

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-¿Y les preocupa que algunos personajes sean tomados de manera literal?

-No lo puedo evitar, el tipo puede tomar de manera literal cualquier cosa. Si pensamos en Micky Vainilla, lo único que le estoy mostrando al tipo es un nazi que habla y si ésa persona está de acuerdo con el nazi, bueno. Pero eso es previo a Micky Vainilla. Y es mejor darse cuenta cuánto de nazi puede tener alguien a veces. Esto no es más que una propuesta de comedia, nadie está tratando de mostrar nada en particular, eso decanta solo después. Una vez nos pasó con Diego que estábamos dando una charla en una universidad y una señora salta y dice: «Mi hijo tiene 16 años y hay cosas que piensa como Micky Vainilla». Y nosotros respondimos: «bueno, señora, hacemos el programa hace cinco años, pero usted tiene el hijo hace 16». ¡Qué bueno que gracias a Micky Vainilla se dio cuenta que tiene un hijo con bordes racistas en su casa, en hora buena!. Mejor ahora darse cuenta que cuando esté en cana porque le pegó a un inmigrante, que seguro no va a ser uno sueco. Hay cosas que son previas: todos estos personajes no salieron ahora, los deja ver la pandemia porque estamos en una situación extraordinaria. Pero a miles de estos los escuchás en un kiosco.

-¿Por qué creés que el programa sigue perdurando después de tanto tiempo?

-No sé por qué. Pero puede ser que una de las razones sea que es un programa de época. Podés distinguir alguna época, algo que se fue, pero no es un programa de hiperactualidad. La agenda que tenía era lo que nos pasaba a mí, a Diego, a nuestras familias y amigos, y a los integrantes del equipo. No tiene la agenda de actualidad política. El Padre Progresista o Luis Almirante Brown no son una noticia. No vamos corriendo atrás de lo que va sucediendo. Seguro que hoy saldría algo sobre la pandemia, pero nunca tuvo hiperactualidad. Lo único que siempre tuvimos como ley interna es que en cada programa tenía que haber dos o tres personajes o cosas nuevas. Lo digo como una fuga hacia la seguridad de seguir existiendo. Que no se aburran de esto. De alguna manera, nosotros siempre vimos el programa como si fuera una banda de rock. Cada temporada era como un disco nuevo.

-¿Y qué elementos de la cultura rock prevalecen en el programa?

-El rock será todo lo que sea, pero es lo que sentimos del rock lo que tomamos, porque nos hace sentir bien. En mi caso, tomo una parte del rock, lo que me repercute, el resto no me importa. No me interesa si en un festival la pantalla es más grande o más chica o hay baños químicos o tales bandas existen. O la discusión con el trap. Esas son solo dicotomías que se ponen. El programa es rockero porque es lo que sentimos nosotros del rock, lo que nos hizo bien a nosotros. En el rock hay cosas maravillosas y cosas espantosas. Pero en definitiva lo sigo queriendo porque es lo que me ayudó a disfrazarme de algo en la vida. Somos esto, podemos juntarnos con otros. A algunos los junta tomar kerosene y a nosotros nos juntó el rock. La cultura rock es más chica que el rock, es un momento particular. Que tiene que ver con el hippismo, con cierta transgresión, con la idea de renovar cosas. No es absoluto el rock, nada es absoluto. Ni el fútbol ni el peronismo ni el rock son absolutos. Hay cosas que son maravillosas y otras que no te gustan. El rock es una forma que tenemos de mirar el resto de la vida y el mundo, y eso aparece en el programa.

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