Lautaro Peñaflor Zangara
Los cauces de agua y las salinas son fundamentales para la cosmovisión originaria de la existencia, En el Lago Epecuén lo sabemos muy bien. Por eso, entre otros factores, las comunidades indígenas de Jujuy están en alerta desde que vieron desplegarse en sus territorios la parafernalia de empresas como South Amerian Salars o Bolera S.A.
El Jujuy la paz social hace tiempo está amenazada y los cortes de ruta no son causa, sino consecuencia. Los proyectos extractivos de litio, implican la consolidación del avance sobre tierras originarias, a pesar de la existencia de normativas nacionales e internacionales que exigen la consulta previa, libre e informada a las comunidades.
Si bien el gobernador Morales plantea que esa consulta se realizó, las comunidades sostienen lo contrario. Las veedurías de organismos multilaterales afirman que los procesos han sido opacos. De hecho, organizaciones como la Asamblea de Salinas Grandes y laguna de Guayatayoc, el Movimiento Comunitario Pluricultural, la Red Mink´a, la Asamblea de Comunidades Indígenas Libres, entre otras, se vienen movilizando desde hace meses.
El proceso de fragmentación no es nuevo, pero llegó a su pico con el anuncio de la sanción de una nueva Constitución Provincial. El texto, entre otras cosas, limita la protesta social y genera concesiones vinculadas con los recursos naturales. ¿Cómo iba a ser bien recibida?
El tratamiento de la Carta Magna provincial estaba previsto para ser tratado y aprobado el día 20, pero el gobierno provincial le dio un tratamiento aún más exprés: el proyecto tuvo menos de un mes de debate por comisiones y provocó la renuncia de algunos convencionales en las últimas horas. La aprobación se adelantó, finalmente, para 5 días antes de lo previsto. En medio, docentes marchaban por mejores salarios, a quienes se fueron sumando otros sectores.
La represión, pese a la brutalidad, fue ampliamente justificada mostrando el ingreso de manifestantes a la legislatura como si ese hubiese sido algún momento cúlmine en el proceso. Evidentemente, la paz social estaba quebrada desde antes. Aun así, se avanzó como conduciendo una de esas topadoras que arrasan con el suelo originario desde antaño. ¿Simbólico, no? Ahora las topadoras también son institucionales.
Esas otras disputas, que sucedieron y suceden mientras las principales fuerzas con potencia electoral cerraban candidaturas, muestran la verdadera política. La que no estará representada en ninguna legislatura, pero sí construye desde la colectividad. Claro, como no se practica de traje y emplea “malos modos”, no es válida. Eso sí: a Morales lo premiaron con una precandidatura a vicepresidente.
Resulta evidente que la oposición a estas iniciativas saldrá de las asambleas, del activismo ambientalista y sus posibilidades de agenciarse con otros colectivos, de las personas vulnerables que no soportan más vulnerabilidad. Gerardo Morales fue un aliado en esta avanzada, aunque figuren en boletas distintas y se disparen pirotecnia cruzada. Durante el actual gobierno los proyectos extractivos del llamado “greenwashing” o “lavado verde” avanzaron tanto como no pudieron hacerlo, incluso, durante el macrismo.
La representación política está en crisis desde hace muchísimo tiempo porque la enorme pluralidad del espectro electoral representa los mismos intereses. Porque esos mismos sectores consideran que es indiscutible hacia qué dirección hay que ir en búsqueda del «progreso».
La mala noticia es que el progreso nunca llegó. La lógica extractiva es exactamente igual para gas o petróleo como para litio e hidrógeno verde. Las consecuencias son bien evidentes y están a la vista: comunidades empobrecidas, fragmentación social al punto de lo irreconciliable y una naturaleza destruida, en tiempos de un desastre climático de tal magnitud que exige escuchar de otra manera. La paz social se quebró hace mucho tiempo y, de no modificarse el rumbo, es evidente que el conflicto crecerá.