Celeste Mazoué, oriunda de Rivera, decidió en esta ocasión contarnos uno de sus viajes al sur, en palabras suyas “el más aventurero, ya que el sólo hecho de manejar en esas rutas de montaña, plagadas de curvas, contra curvas y precipicios, me representó todo un desafío en lo personal”.
En este sentido, señala que una de las cosas que más amó de ese viaje fue el poder superarse a sí misma. Comienza relatándonos que el viaje lo realizó junto a una amiga, en enero del 2020, con el objetivo personal de conocer parte de la Comarca Andina, ubicada en las latitudes que comprenden las provincias de Río Negro y Chubut, paseando por El Bolsón, Lago Puelo, El Hoyo y Epuyén.
Celeste adiciona que “también tenía como objetivo que mi amiga conociera lugares donde frecuento más seguido en familia, como San Martín de los Andes, Villa la Angostura, con su infaltable camino de los 7 Lagos, y Bariloche. Hicimos un hermoso recorrido por parques nacionales, bosques, ríos y lagos”. “Todo esto con itinerario previo, lugares reservados, lista de lugares por conocer, porque ante todo organizada”, comparte en tono alegre.
Otra de las metas que se habían propuesto estas dos amigas fue conocer el mítico Cajón del Azul, ubicado en la zona que comprende la comunidad de El Bolsón. “Googleando se ven imágenes espectaculares, entonces dije ‘quiero conocer’. Allí es donde se encajona el Río Azul, por lo tanto averiguamos desde dónde se iniciaba el trekking. Fuimos en vehículo hasta la chacra Wharton, que está a unos 15/17 km. de El Bolsón, con el último tramo de ripio”.
“Allí -continúa contando jubilosa-, haces el registro con tus datos personales, te dan un mapita y caminas unas 3/4 horas hasta el refugio ‘El Cajón del Azul’ pasando por otros refugios donde tienen paisajes espectaculares”.

“Podes pernoctar en el refugio o acampar, cosa que no hicimos, así que regresamos de la caminata a Wharton. Son 7 u 8 horas de trekking para conocer el Cajón del Azul… valen totalmente la pena!”, resalta.
Manifiesta además que “en la caminata siempre te encontrás con gente que está en la misma situación que vos, son horas donde conoces gente del país y también turistas extranjeros. Los refugios tienen comedores compartidos, donde podes comer comida casera y bebidas, punto donde se generan charlas e intercambio de experiencias, recomendaciones de senderos, etc.”.
“Creo que no conté el lugar de estadía -añade Celeste-, la cual fue en carpa. Acampamos en campings muy lindos, y nos reíamos porque uno de ellos tenía pileta y jacuzzi; otro de los desafíos de este viaje, ya que siempre que viajaba por el sur me hospedaba en cabañas y hoteles, pero bueno, la onda del viaje era otra y lo disfrutamos un montón”.
“Nunca pensamos que sería el último viaje después de un tiempito, ya que en marzo comenzó la pandemia, así que guardo recuerdos hermosos, anécdotas y sobre todo aprendizajes y desafíos que te marcan para siempre”, concluye Celeste.
Para finalizar, nos deja estas palabras: “Espero que quien lea este breve relato se motive a realizar cualquier viaje por nuestro país, que es bellísimo por donde lo mires, y busque desafíos personales. Gracias por la invitación a compartir mi experiencia”. (Cambio 2000/ Nota Especial Suplemento Fin de Año)