Carlos Eduardo Cricco, reconocida personalidad carhuense, entre muchos motivos por su pasión por los viajes, comparte con nosotros sus historias y recuerdos de sus paseos por el país.
Carlos ha tenido la fortuna de poder desplazarse a lo largo y ancho del territorio, en diversas ocasiones y de múltiples formas. Comienza mencionando que en sus inicios, uno de sus primeros viajes fue a Monte Hermoso, en moto.
“Siempre encontré paisajes bellísimos y gente muy amable tanto en el sur como en el NOA, y como he privilegiado el acampe por sobre los alojamientos, tengo muchos kilómetros hechos en bici dentro de comunidades mapuches donde nunca fui rechazado”, expresa.
“Superado su recelo y desconfianza inicial, pude hablar un poco en su lengua con muchísima dificultad, ayudado por el diccionario que siempre he llevado. Pero claro, su dicción y pronunciación difiere de las que proporcionaba el libro”, recapitula.
“La mayoría vive del consumo de carne caprina y lanar, y aún continúan comiendo piñones, base de la alimentación que les calmó la hambruna cuando fue su destierro de los lugares que ocuparon durante siglos”, reflexiona atinadamente.
“Mis lugares preferidos han sido el Lago Paimún y El Bolsón en el sur”, destaca. Seguidamente agrega: “Continuando con el sur, tan europeizado y poco amable en algunos lugares, recuerdo, en el plano culinario, la calidad de muchos de sus platos, como la trucha a la almendra o a la manteca negra de Villa Traful, vieiras gratinadas en Puerto Pirámide, o las centollas en Ushuaia y los cabritos o empanadas rellenas con trucha o carne de cordero”, destaca, ilustrando una gran variedad de delicias.
“En cambio en el NOA, todavía se conservan costumbres tan ancestrales como el culto a la Pachamama, con sus tributos de agosto o las apachetas y la enseñanza de la lengua quechua, que estuvo
a cargo de Don Sixto Palavecino”, resalta.
“A pesar de la inserción de turistas que, enamorados del lugar, han ido modificando el entorno con estilos modernos en sus construcciones, los lugareños mantienen su calma y amabilidad que junto a la poesía de sus temas musicales permiten una estadía muy agradable”, destaca Carlos.
“Entre sus platos, destaco las empanadas fritas o al horno, los cabritos en sus distintas maneras, la llama al romero o con papas andinas (no les gusta que les digan papines), todo acompañado con los vinos de altura tan buscados. Los helados de malbec y torrontés de Miranda en Cafayate son muy buenos, como los quesillos con cayote y nuez”, subraya.
Para finalizar, Carlos Cricco nos deja su reflexión sobre su modo de viaje: “Hacer en bici Tilcara y Purmamarca ida y vuelta es una experiencia recomendable”.
Sin dudas viajar en bicicleta es una experiencia maravillosa, que conjuga perfectamente el hecho de movilizarse y realizar al mismo tiempo actividad deportiva, proporcionando una aventura más lenta sí, pero intensa, disfrutando de las pequeñas cosas que el viaje presenta, de la mano de una enorme satisfacción y sensación de superación en cada pedaleada. Y, no menos importante: una grandiosa forma de viajar de manera ecológica, con todo lo que eso implica en los tiempos que corren… (Cambio2000/ Nota Suplemento Especial Fin de Año)