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Alimentación Patológica, por la Lic. Lorena Guzmán

“El nutricionista debe conocer especialmente al paciente como persona si es que ha de planificar un cuidado nutricional válido y pertinente”, resalta la Licenciada en Nutrición, quien escribió un artículo que lleva como título Alimentación Patológica.

RIVERA (Cambio 2000) – La Licenciada Lorena Guzmán escribió un artículo que lleva como título Alimentación Patológica. En el texto destaca que “mientras una alimentación correcta en el individuo sano tiene por objeto mantener su salud y prevenir la enfermedad, cuando se emplean alimentos para un enfermo se realiza terapéutica alimentaria y su objetivo es más ambicioso”.

Explica que “para alimentar a un enfermo, que tiene modificada su salud y a veces su estado nutricional, se lo debe considerar como una unidad biopsicosocial. No debe olvidarse que, a diferencia de la medicación, la alimentación es parte muy importante de la vida cotidiana del hombre, que su relación con la enfermedad es puramente accidental y que su finalidad no es solo saciar el hambre”.

La destacada profesional asegura que el manejo terapéutico de los alimentos es esencialmente funcional, pues debe estar adecuado no solo a la enfermedad, según su etiología y su momento evolutivo, sino también al estado funcional del organismo como unidad indivisible.

En esta línea puntualiza que es necesario recordar que las enfermedades no son unidades definidas e independientes, “que no existen enfermedades sino enfermos”.

En la continuidad de la explicación, la Licenciada en Nutrición expresa que “la alimentación terapéutica puede ser definida como la que tiene modificaciones cualitativas o cuantitativas con respecto a la alimentación normal”.

En el artículo especifica que la alimentación cualitativa está adecuada en cuanto al tipo de alimentos permitidos. La cuantitativa está calculada con un aumento o una disminución de los alimentos y/o de los nutrientes que la constituyen. Por ejemplo, es cuantitativa la alimentación usada para la diabetes y enfermedades renales, y cualitativas para el tratamiento de las enfermedades gastrointestinales.

LORENA V. GUZMÁN. Licenciada en Nutrición.

Algunas modificaciones pueden, sin duda, superponerse, los ajustes pueden incluir cualquiera de las siguientes formas:

1) Cambio en la consistencia de los alimentos (alimentación líquida, blanda, pobre en fibras)

2) Aumento o disminución de los valores calóricos (descenso o aumento de peso corporal)

3) Aumento o disminución del tipo de alimentos (restricción de sodio, lactosa)

4) Omisión de alimentos específicos (alergias, libres de gluten)

5) Ajustadas en la cantidad de grasas o proteínas, etc. (para colesterolemia, problemas renales)

6) Modificaciones del número y frecuencia de las comidas (para diabetes)

La nominación de alimentación terapéutica en la actualidad se hace generalmente en función de reflejar las modificaciones que ellas involucran en el ingreso de alimentos y nutrientes para tratar el problema y no la enfermedad.

Remarca que “el nutricionista debe conocer especialmente al paciente como persona si es que ha de planificar un cuidado nutricional válido y pertinente”.

En este sentido deja en claro que una alimentación puede ser teóricamente correcta y contener todos sus elementos perfectamente balanceados, pero si este plan no es aceptado por el paciente, no habrá de tener continuidad. La adaptación de la alimentación es fundamental para el éxito de la terapia.

“Un planeamiento cuidado, basado en una entrevista inicial prolongada, para lograr una historia dietética y conocer sus hábitos alimentarios, su condición de vida y todos los factores que con ella se relacionan, puede garantizar que los principios alimentarios puedan comprenderse y que sean una motivación para continuarlos”, menciona.

Sostiene que las indicaciones de una alimentación terapéutica deben seguirse con la misma atención y exactitud que las órdenes sobre medicación y otros aspectos del tratamiento.

“Sin embargo -aclara la profesional con postgrado de especialización en Nutrición Clínica- esto no siempre es sencillo, pues a diferencia de lo que ocurre con la medicación, la alimentación es parte de la vida diaria de un individuo desde el momento de su nacimiento. Por todo esto pueden surgir dificultades en lograr la aceptación de un plan de alimentación especial, cuando por el contrario se aceptan sin mayores problemas un medicamento o un tratamiento desagradable o doloroso”.

Subraya que “es evidente que para poder desempeñar adecuadamente sus funciones asistenciales el nutricionista debe desarrollar una serie de cualidades o condiciones tales como: sagacidad para poder interpretar todos los componentes personales de sus pacientes, elasticidad mental para adecuarse y adaptarse a las diferentes circunstancias de la vida, sentido existencial y humano, no rígido, ni estricto y mucho menos esquemático”.

La Licenciada en Nutrición (posgrado de especialización en Nutrición Clínica, Entrevista Motivacional; Tratamiento Cognitivo-Conductal y Psicológico), señala que “debe ante todo amar la profesión, reconocerla ligada a un aspecto vital de la existencia: ‘la alimentación’.

Añade que “debe asumir su tarea con actitud positiva, mantenerse permanentemente actualizado y desarrollar su capacidad de interactuar con los otros integrantes del equipo de salud”, al tiempo que resalta que “por sobre todas las cosas debe ser SENSIBLE ante los problemas humanos, es decir, capaz de colocarse en la posición de la persona que tiene por delante”. (Cambio 2000 / NG)

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