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Examen de raíz

Por Maia Franceschelli

Hace algunos días la reconocida ONG Greenpeace recurrió a la Corte Suprema de la Nación para denunciar algo que hace mucho ocurre y lejos estamos de su aminoramiento: los desmontes en tierras chaqueñas, donde actualmente sobreviven los últimos 20 ejemplares de yaguaretés de la región.

Cada uno de ellos necesita 40.000 hectáreas de bosque continuo e íntegro para poder vivir en buen estado. La organización expresa haber recurrido a las vías legales para frenar los desmontes… ¿En vano? Claro que sí. Lo hemos mencionando anteriormente: la lógica de este sistema etnocéntrico lejos está de caducar y el ordenamiento jurídico (o sistema legal) es completamente funcional.

A modo de ejemplo, pese a ser algo penado por la ley, en nuestro país en los últimos 12 años se han deforestado 2.8 millones de hectáreas de bosques nativos (sin contar las hectáreas deforestadas el presente año).

Es menester comprender la importancia de la situación. Carlos Zambrana-Torrelio, científico boliviano, vicepresidente de EcoHealth Alliance, organización con sede en Nueva York que monitorea la relación entre la vida silvestre y las enfermedades emergentes, concluye que los desmontes llevados a cabo con el fin de poder extender la frontera agrícola-ganadera son una de las principales causales de la situación pandémica que atravesamos.

El científico trabaja en África, particularmente en Liberia y Sierra Leona, donde el brote del ébola sorprendió a todo el continente por su ferocidad. Allí, la emergencia de la enfermedad tuvo como causa principal la fragmentación del bosque tropical.

Zambrana-Torrelio sostiene que “una enorme población humana, sumada a una enorme población de ganado, a la destrucción de los hábitats naturales y los ecosistemas alterados, resulta en un combo que podría convertirse fácilmente en una diatriba sobre la venganza de la naturaleza contra la humanidad”.

¿Qué es lo que podemos hacer al respecto? Todo lo contrario a lo que se viene haciendo hasta ahora, claro está; ir a la raíz del problema: el ser humano.

Detener por completo el estado de cosas que nos atraviesa, es, literal y lamentablemente, imposible. Pero lo que sí se puede es provocar una disminución, reflexionando y pensando por fuera de lo que el sistema nos “propone”.

Los desmontes, como mencionamos más arriba, se llevan a cabo fundamentalmente con el objetivo de extender la frontera agrícola-ganadera, para poder destinar esas tierras a alimentar animales que, a posteriori, comemos.

A pesar de que actualmente hay un gran movimiento para frenar el consumo de animales, sobre todo por parte de las generaciones más jóvenes, esto por sí solo no alcanza. Debemos indagar más profundo. Mermar la reproducción humana es el puntapié inicial.

Ya a principios del Siglo XX fue planteado que el único método para la preservación de la vida en la Tierra es frenar el constante llamado a continuar poblando un planeta completamente devastado. Varios son los Estados que implementaron políticas de salud pública para controlar la densidad demográfica. 

El ser humano es el principal producto del capitalismo, y para sus grandes e inagotables arcas económicas, dejar de traer seres humanos al mundo representa un problema.

Ya lo dijo Silvia Ribeiro: “La declaración de pandemia por el COVID-19 ha puesto todo de cabeza. Pero no tanto como para que los gobiernos cuestionen las causas reales por las que surgió este virus y el hecho de que mientras supuestamente se trabaja para contenerlo, otros virus y pandemias se siguen formando”. (Artículo de opinión para Cambio 2000)

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