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Si es glifosato, ¿es bueno?

Por Maia Franceschelli

En ediciones anteriores mencionábamos que el gluten se encontraba en la mira; hoy -aún bajo la lupa- parece replegarse a un segundo lugar, luego de que, para sorpresa de nadie, los agroquímicos sobresalgan como los responsables de los crecientes casos de intolerancia a esta proteína.

De acuerdo a un estudio publicado en la revista Interdisciplinar y Toxicology, la enfermedad celíaca y en general la intolerancia al gluten, es un problema creciente en todo el mundo, en especial en América y Europa, donde se estima que actualmente el 5% de la población la padece.

Ésta patología multifactorial se asocia con numerosas deficiencias nutricionales, así como con problemas reproductivos y con un mayor riesgo de contraer enfermedad tiroidea, insuficiencia renal y cáncer.

Es así que los doctores de la investigación, Anthony Samsel y Stephanie Seneff, proponen que el glifosato, ingrediente activo del herbicida Roundup, es el factor causal más importante en esta epidemia.

La enfermedad celíaca se asocia con desequilibrios en las bacterias intestinales que pueden explicarse completamente por los efectos conocidos del glifosato en las bacterias intestinales. Las características de esta dolencia apuntan a un deterioro en muchas enzimas del citocromo P450, y se sabe que el glifosato inhibe las enzimas de este citocromo.

La multinacional alemana Bayer -famosa por su slogan “si es Bayer, es bueno”- compró a la también multinacional, pero estadounidense, Monsanto en 2018 por 63.000 millones de dólares. Se transformó así en la mayor empresa de semillas transgénicas y agrotóxicos del mundo.

La alianza Monsanto-Bayer se encuentra dedicada principalmente a la química agroindustria. Con diversas causas judiciales en su contra, ha apelado las decisiones de los jueces estadounidenses, y afronta 19.000 demandas judiciales sólo en el país norteamericano por los efectos cancerígenos que tanto se empeña en negar, a pesar de los más de 830 estudios científicos que resaltan la nocividad de su producto.

La realidad es que a pesar de que la compañía exhibe resoluciones acerca de que el glifosato no es cancerígeno, decidió invertir 5.000 millones de dólares (US$) para encontrar una alternativa al herbicida. ¿Por qué motivo invertirían en encontrar una alternativa cuando insisten en que su producto no produce efectos nocivos?

Retomando el estudio mencionado, los profesionales apuntan que el aumento de la enfermedad celíaca coincide con el aumento del empleo de herbicidas con glifosato a partir de los años 80, donde se incorporó como rutina la práctica de empapar granos en el herbicida justo previo a la cosecha.

La denominada “patria grande sojera” ubicada en nuestra zona, cuenta con 47 millones de hectáreas con soja transgénica abarcando los cultivos el 66% de tierras en Paraguay, el 52% en Argentina, el 35% en Brasil, el 30% en Uruguay y el 24% en Bolivia.           

Rociado desde el aire, filtrado en los cursos de agua y napas subterráneas: al glifosato solo son inmunes las plantas que crecen de semillas transgénicas, diseñadas y modificadas genéticamente para resistir a estos químicos que matan toda otra hierba y, al parecer, toda otra vida.

Con estas consideraciones, los expertos recomiendan asumir una dieta orgánica, pues no se  trata sólo de evitar el gluten, sino de evitar el herbicida. Por lo que si consumimos alimentos a base de granos contaminados o digerimos animales alimentados con dichos granos, nos estamos alimentando con glifosato. (Nota de opinión para CAMBIO 2000)

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